Wednesday, March 23, 2011

El 23 de marzo

Vox Populi │ Columna
Por Aurelia Fierros


El 23 de marzo

De la teoría del ‘asesino solitario’ a la entereza de Diana Laura.  De la cultura del esfuerzo, a la desventura nacional.  De las cuatro fallidas comisiones de la verdad, a la impunidad de siempre.  Me llevó diez años regresar a Lomas Taurinas. 

Un atardecer de tinturas rojizas y una escena polvorienta en ese barrio alto de la fronteriza Tijuana son proscenio de la efigie del hijo predilecto de Magdalena de Kino, Sonora.  Ahí estaba.  Erigida como detenida en el tiempo, su imagen inerme, en medio de ese mismo espacio que antes fue escena del crimen; escena inmediatamente manipulada, posteriormente reconstruida.  Ya ni lamentarse es bueno.  Los perros ladran y corren de una esquina a la otra.  La tragedia del olvido empaña los ecos del recuerdo, el dolor por el agravio, la indignación por las promesas despojadas.  Hoy, han pasado ya diecisiete primaveras. 

Detesto escribir en primera persona. Esta vez no tengo opción.  La historia la conocemos todos. El tronido del plomazo que reventó contra la cabeza de Luis Donaldo y la segunda detonación que impactó su abdomen se camuflaron momentáneamente entre el bullicio de la multitud y el mayúsculo volumen de una cumbia que hasta este día me eriza la piel en desazón.  Era ‘La Culebra’.  Cómo olvidarlo.  Fue el 23 de marzo de 1994.
 
Horas después, Jacobo Zabludovsky difundía la noticia en el informativo nacional de Televisa y al resto del mundo a través del hoy inexistente sistema internacional de noticias ECO.  Octavio Paz fue el primero que habló de un magnicidio y llamó a la unidad nacional en pro de la paz y el respeto al derecho ajeno.   El país, conmocionado, incrédulo.

Nos ordenaron volar de regreso a la Ciudad de México y concentrarnos en el comité de campaña nacional.  Los aeropuertos y hangares estaban custodiados por fuerzas especiales que empuñaban armas de alto poder, perros entrenados para olfatear explosivos. Lo mismo sucedía en la sede de la campaña presidencial.  El arribo me pareció eterno y antes de darnos acceso al edificio en Insurgentes Sur, gafete en mano, con detectores de metal, nos revisaron hasta las muelas.   

Al interior, murmullos, sollozos y nerviosismo. Todo era confusión. Se ordenó ‘de arriba’ la destrucción inmediata de cientos de archivos.  Con asombro vi como centenas de documentos logísticos e información recopilada en los primeros meses del año y la primera etapa de la campaña, eran echados sin distingo a las trituradoras de papel.  Era obvio que hacer preguntas sería una imprudencia.  Poco astuto y arriesgado.  Todos los monitores encendidos. Y ahí nos quedamos, concentrados, sin comer, sin dormir.  Estábamos emocionalmente devastados. Pasaron horas, no sé cuantas.  Unas 72, creo.  Esperábamos instrucciones del Estado Mayor Presidencial, de Los Pinos.

En ese momento la rabia colectiva iba contra Carlos Salinas –por exponer casi estratégicamente a Colosio a las feroces pugnas internas del PRI y a las externas también. Desprotegerlo de tal manera -, contra  Manuel Camacho Solís –el presidenciable resentido que se había quedado sin la candidatura e  hizo lo imposible por desestabilizar la campaña-, contra el Comandante Marcos –por acaparar el protagonismo del momento y tensar el clima nacional-, contra José Córdoba Montoya –por sus presiones para que Colosio renunciara luego del discurso del 6 de marzo con el que rompió con el salinismo- y por supuesto, contra Ernesto Zedillo, quien se erigía como el ‘ganón’ oportunista al ser el coordinador de la campaña y natural sucesor a la candidatura.   Al menos, esa era la percepción pública.

Mientras tanto, entre esos mismos nombres -corrían versiones-, se encontraba el autor intelectual de la conspiración, del atentado.  También se manejaba una presunta colusión con el narcotráfico.   En particular, con el cártel de los hermanos García Abrego, en ese momento, la organización que mayor cantidad de cocaína colombiana introducía a los Estados Unidos y a la cual, Colosio le había rechazado una invitación para reunirse en una comida, dos días antes del crimen.  Nombres de narco políticos presuntamente vinculados de una u otra forma al propio Salinas circularon ampliamente en la prensa internacional, incluyendo The Washington Post.  Todo era posible y todos, sospechosos. 

A 17 años de distancia, el reacomodo de las emergentes oligarquías políticas evidencia que ni son independientes ni mucho menos nuevas. Responden todas a la misma hegemonía ancestral surgida del PRI, ahora encabezada por ex miembros de ese mismo partido. 

Piruetas más piruetas menos, lo que se pretende es la salinización del proyecto de izquierda que nunca fue tal, y a través del PRD, Camacho Solís hace su intentona de regreso junto con otro ex priista, el también salinista Marcelo Ebrard, quien pugnas y egos aparte, le hace segunda con la absurda propuesta de alianzas con el PAN, en un conato de estrategia para echar andar proyectos de gobierno anteriormente frustrados y así figurar en el espectro nacional.

El periodista Carlos Ramírez, lo explicaba elocuentemente en su columna Indicador Político.

En el fondo quedaría la parte más importante de la alianza PAN-PRD: la propuesta programática de gobierno. Y ahí prevalece la argumentación política e ideológica de Camacho a favor y en defensa del proyecto salinista durante el gobierno de Carlos Salinas: una modernización autoritaria, mercantilista, de rescate del modelo empresarial corporativo, todo de la mano de una estrategia asistencialista de presupuestos sociales no transformadores y si de profundo control social”.

Y ese era exactamente el modelo de control social ‘no transformador’ del que Luis Donaldo Colosio pretendía y había prometido separarse. Carlos Ramírez luego continúa:

La disputa por el PRD ha cruzado ya el punto de no retorno. Sin Cárdenas ni López Obrador, el partido tendrá un nuevo quiebre político hacia la derecha. Al final, los gobiernos aliancistas se inclinaron más al PAN que al PRD. Lo peor de todo es que el país se quedará sin un partido realmente de izquierda, aunque Ebrard y Camacho digan --horror-- que son de izquierda. La coalición con el PAN será de derecha-derecha”.

Pero si en efecto, lo que Ebrard pretende es taparle el camino al PRI, y si lo que Camacho busca es una ‘venganza’ contra ese partido, al final de cuentas da lo mismo, pues lo trascendente es que ambos están determinados a aplicar el bien aprendido modelo neoliberal salinista.  Un ‘branding’ diferente, pero el mismo producto.  Mientras, los priistas capitalizan el ‘momentum’ de preferencia electoral adverso al PAN debido al descontento y hartazgo por la lucha violenta encabezada por el presidente Calderón, y prevén un triunfo de ‘su gallo’ (que a saber del vulgo, es también el de Salinas) en la elección presidencial de 2012.  En otras palabras, los hilos siguen siendo movidos por los mismos actores políticos.  La misma oligarquía.  
      
Por lo mismo, la posibilidad de la continuidad salinista sigue latente y a casi dos décadas del impune asesinato de Luis Donaldo Colosio, su determinación y sus palabras –que le habrían costado la vida- son tan vigentes como en aquella primavera de 1994. 

“Yo veo un México con hambre y sed de justicia” decía en su discurso de ruptura con el salinismo. “El cambio con rumbo y con responsabilidad, no puede esperar”.

El historiador Enrique Krauze preguntó alguna vez: ¿quién mató a Luis Donaldo Colosio: el odio de la ambición o del desinterés?  ¿Fue víctima de una conspiración tramada por el presidente Salinas?  La respuesta tal vez recaiga en uno, o en muchos, y seguramente, como siempre hemos intuido, nunca se sabrá con certeza.

Ni mártir, ni héroe, simplemente un hombre que intentó terminar con la pretendida continuidad transexenal, reformar al Estado, terminar con la “soberbia” del centro (federalismo) y la corrupción, a costo de su vida.  Diecisiete años y 35 mil muertos después, toca a los mexicanos retomar el timón y propiciar ese cambio con rumbo y con responsabilidad del que hablaba Colosio.  Nadie ha dicho que será fácil.




Sunday, March 13, 2011

EE.UU: tolerante a drogadictos, condescendiente con narcos


Vox Populi │ Columna
  Por Aurelia Fierros
 
Los puntos rojos representan los epicentros desde donde las pandillas locales están involucradas en el proceso de distribución de drogas traficadas por los cárteles mexicanos. 
Fuente: Encuesta Nacional sobre la Amenaza de Drogas 2009, del Centro de Inteligencia Nacional para las Drogas (National Drug Intelligence Center) del  Departamento de Justicia de los Estados Unidos
 
EE.UU: tolerante a drogadictos, condescendiente con narcos

Que los narcos mexicanos han esparcido sus redes por todo Estados Unidos no es noticia.  Lo que causa pasmo y hasta cierto punto indignación, es el doble discurso de la administración Obama que sabe dónde se encuentran, cómo y cuándo operan.

Así quedó evidenciado una semana después de la muerte en suelo mexicano del agente especial estadounidense Jaime Zapata.  Un total de 676 arrestos fueron ejecutados mediante Operation Fallen Hero-Bombardier, una estrategia internacional liderada por los Estados Unidos contra los cárteles mexicanos.


Las agencias de EE.UU. no escatimaron esfuerzos y proporcionando inteligencia a países como Brasil, El Salvador, Panamá, Colombia, y México, lograron el decomiso de US$12 millones en efectivo –de los cuales US$4.5 millones se incautaron en  al menos ocho localidades de Estados Unidos incluyendo San Diego-, 467 kilogramos de cocaína, 21 libras de heroína, casi  40,000 libras de mariguana, 282 armas y 94 vehículos.

Esta reacción predecible pero no por ello menos siniestra por parte de los Estados Unidos se muestra como la evidencia de una falta largamente señalada: su indiferencia y tolerancia extrema hacia el narcomenudeo y consumo doméstico de estupefacientes --siempre y cuando no se rompa el ‘orden social’ en su territorio, o no se interfiera con la labor de sus agentes y personal asignado a  diversos plazas internacionales.

Sin duda, el mensaje enviado a los narcotraficantes es aplastante: ‘no toquen’ a nuestros agentes o dejaremos de hacernos ‘de la vista gorda’. Claro, la retórica siempre se dirige a reforzar la lucha contra el narcotráfico en los países productores o naciones que son zona de tránsito con destino a EE.UU.; jamás contra su propia política sobre drogas.

En este entorno, la reciente reunión entre los presidentes de las dos naciones queda más en una agenda de protocolos que de compromisos de alto impacto frente al problema.

Una rayita al tigre

Y es que efectuar 676 arrestos es como quitarle ‘una rayita al tigre’.   Los operativos de la administración Obama incluyendo la citada ‘Operación Héroe Caído’, solo representan una pequeña abolladura a la sofisticada estructura de los cárteles instalados en suelo estadounidense y el resto de América Latina.  

De acuerdo con el Departamento de Justicia, los principales puntos de distribución en los EE.UU. son operados por pandillas bajo las órdenes de los cinco principales cárteles mexicanos quienes suministran una gran variedad de narcóticos.  El reporte dice también que el consumo doméstico de cocaína es de cerca del 37 por ciento, de metanfetaminas es de 27.6 por ciento, de heroína es de 12.9 por ciento, de marihuana es de 12.1 por ciento y el de drogas de prescripción médica es de 9.8 por ciento.
 
El estudio más reciente de la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Substancias, revela que casi 22 millones de estadounidenses mayores de 12 años admitieron haber usado  drogas ilícitas durante 2009; mientras atribuye el vigor del narcotráfico a la demanda de un mercado doméstico insaciable y en expansión continua.    

Pero otro fuerte eslabón de la cadena productiva de esta industria criminal –que es además su motor- es el lavado de dinero. Esta semana, la senadora demócrata Dianne Feinstein acusó que los Estados Unidos mantiene un deficiente control de las transacciones destinadas al lavado de dinero. Señaló específicamente la venta de tarjetas de prepago, presuntamente utilizadas por capos mexicanos para transferir dinero  hacia y desde territorio estadounidense.

Feinstein exigió el establecimiento de un mecanismo para que los comercios reporten la adquisición de dichas tarjetas por cantidades de 2 mil dólares o mayores. El Departamento del Tesoro había previsto tal mecanismo para febrero de 2010, pero esa meta no se efectuó. 

Actualmente, no existe una ley que obligue a declarar ese tipo de bienes en los puertos fronterizos.  La Oficina de Fronteras y Aduanas (CBP por sus siglas en inglés), señaló que entre 2009 y 2010 se decomisaron alrededor de US$104 millones que pretendían ser introducidos hacia México.

Ciertamente la cantidad decomisada es irrelevante cuando se compara con el estimado de entre US$18 mil millones y US$39 mil millones que narcotraficantes mexicanos y colombianos lavan y exportan anualmente desde EE.UU.

Otros servicios utilizados para transferencias monetarias ilícitas y que resultan menos riesgosos que los ofrecidos a través de los bancos formales, son los de WesternUnion y agencias similares.

Pero indiscutiblemente el establecimiento formal y posterior fortalecimiento de los cárteles mexicanos en territorio de los EE.UU. viene como resultado de la indiferencia y permisividad de sus propias autoridades. 

Esa ‘condescendencia’ hacia la clandestinidad no es ajena en el caso de México, pues si por un lado el gobierno federal enfrenta una lucha frontal contra el narco, por otro los altos niveles de corrupción en las corporaciones policíacas y algunos casos militares repercuten negativamente en la de por sí tan criticada estrategia. 

La diferencia tal vez estriba en que México y los mexicanos están pagando un alto costo económico, social y humano; mientras los Estados Unidos y los estadounidenses observan desde la barrera y Obama no da señales de querer ‘tomar al toro por los cuernos’.

Wednesday, March 9, 2011

US-Mexico: an uncomfortable agenda

The Aurelia Fierros' Report │ Column 

US-Mexico: an uncomfortable agenda

Mexican President Felipe Calderon last week’s visit to Washington was less productive than expected.  Some say it was just a show.

Bilateral affairs with Mexico include economical, political and diplomatic issues that have been impacted by the strategies both countries have utilized to respond to criminal networks, by the consequent increase of brutality south of the border, and most importantly, by the perception of ‘who’ has the responsibility to do ‘what’ to solve the complex situation.

In the ‘hot’ list of issues on which Mexico’s government has expressed disadvantage, is the many unsolved provisions of NAFTA, a long postponed legislative action over immigration overhaul, the massive deportations of non-Mexican nationals to Mexican territory, the U.S. policies on drugs and guns, the domestic pressures against the Mexican bloody drug-war before the paradox of the legal commercialization of Marihuana in some U.S. markets, the unreleased Merida Initiative’s funds; to mention some of the most relevant.

Incidents as last month’s killing of U.S. Immigration and Customs Enforcement (ICE) Special Agent Javier Zapata (who ironically died by the bullets of a weapon traced back to Texas) and the release of Wikileaks cables on which US Ambassador to Mexico Carlos Pascual called Mexican security forces “corrupt” and “uncoordinated”; have definitely contributed to make the relationship, more difficult.  

Although not much was disclosed after the meeting, we learned that President Barack Obama and his Mexican counterpart renewed their vows to a joint effort in combating drug violence, and declared an end to an overdue dispute over cross-border trucking, for which a revised initiative should be sent to Congress this spring.

A day prior to Calderon's visit to the White House, Human Rights Watch (HRW) urged Obama to pressure him regarding the many human rights abuses in Mexico, to hold security forces accountable and to review the safety of citizens in the midst of the fight against drug violence in that country.

"Obama should deliver a clear public message to Calderon that the security forces cannot trample human rights in its attempt to end violent cartels," said Jose Miguel Vivanco, director of HRW for the Americas.

Since 2007, the National Commission of Human Rights in Mexico has received nearly five thousand complaints against members of the military for human rights violations, including killings, disappearances, torture and rape.

HRW complained that despite the seriousness of the abuses, the Calderon administration "continues to delegate the investigation and trial of the soldiers who allegedly committed human rights violations" and that not a single soldier has been convicted.

If Obama ever said something to Calderon in this regards, it remains a mystery as it is also unknown what type of efforts the U.S. will render in order to cut off the illegal flows of weapons going south, and to reduce the domestic demand for illegal drugs --in particular for cocaine-. 

What it is in fact known, is that basic disagreements persist between the two countries.  For example, the U.S. demand that its special agents deployed in Mexico be permitted to carry weaponry. Some members of the Mexican Congress have already said “no way.”

Additionally, Mexican lawmakers were outraged this week after learning that the US Bureau of Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosives (ATF) deliberately allows weapons to be smuggled into Mexico as part of Operation Fast and Furious.

“[The operation] is a grave violation of international rights,” Jorge Carlos Ramírez Marín, president of Mexico's lower house of Congress, said Tuesday. “What will happen if next time they’ll need to funnel in trained assassins, for example, or nuclear arms?”

Mexico’s Foreign Ministry requested detailed information from U.S. authorities about the Fast and Furious operation that has allowed 2,000 weapons to be purchased by smugglers. Ten percent or 200 of those have been recovered in Mexico, 600 in the U.S. and 1200 presumably remain in the hands of drug traffickers.    

Meanwhile, both countries are in the midst of organizing presidential campaigns for 2012. President Calderon leaving office and Obama getting ready to fight for his reelection. In such context, it is unclear if Obama has Mexico within his priorities, or if at this point, he has any interest in the bilateral agenda.   

President Felipe Calderon’s drug war has taken down top drug traffickers and fractioned their networks but hasn’t been able to dismantle them.  The death toll during 2010 reached 15,273; summing up to 35,000 since the offensive against the drug cartels was launched in December 2006.