The
Aurelia Fierros' Report │ Columna
Mitt Romney y Rick
Santorum son los dos contendientes republicanos que ahora se disputan el
liderazgo para llegar como el ‘candidato fuerte’ hacia el llamado Súper Martes
-que consistirá en tres asambleas partidistas [caucus] y siete elecciones primarias [primaries] en 10 estados, el próximo 6 de marzo-. Para ello, tendrían
que apuntarse victorias sólidas en los dos estados que celebrarán primarias
antes de esa fecha: Arizona y Michigan. Ambas, se celebrarán el 28 de febrero.
En el impredecible
panorama político nacional, Rick Santorum ha tomado la delantera en las encuestas de Michigan, lo
que sugiere que la ventaja que le supone a Romney que esa elección se lleve a
cabo en el estado donde nació y se crió -además de haber sido gobernado por su
padre; no existe.
En el caso de Arizona,
que significa la posibilidad de conquistar 29 delegados [30 en Michigan], el
panorama se ve mucho mejor para Romney. En esa región, se concentra una población
mormona que representa cerca de la décima parte del electorado republicano y es
donde el ex gobernador de Massachusetts tiene mayor aceptación.
De hecho, un sondeo realizado
por Rasmussen el 1 de febrero en Arizona, coloca a Romney a la cabeza en ese
estado; Newt Gingrich aparece en el segundo lugar y Santorum en tercero. Sin
embargo, hay que recordar que esta encuesta fue realizada una semana antes de la
triple victoria de Santorum en Minnesota, Colorado y Missouri, la que le ganó
un enorme impulso en todo el país.
En el contexto de la carrera republicana hacia la
Casa Blanca, Santorum es lo que en este país se llama un perfecto “culture warrior [guerrero cultural -o en
términos aplicables- un agresivo defensor de los valores esenciales de su
partido]”. Lo es en su postura sobre los temas del matrimonio entre
homosexuales, el financiamiento al aborto y la batalla iglesia-Estado sobre la
anticoncepción; lo que ha logrado despertar la empatía del ala más conservadora
del Partido Republicano, que le ha favorecido con su voto. Así se demostró con
el citado triple triunfo obtenido hace apenas una semana, con lo que dejó atrás a
Romney no sólo en las urnas de esos estados, sino también en casi todas las
encuestas posteriores.
Entre las encuestas que
muestran un virtual empate, está una de CNN, publicada el martes. Los
seguidores de Santorum se cuentan entre los más conservadores. Este grupo
incluye a miembros de la clase obrera y son en su mayoría, hombres.
Precisamente, entre los republicanos hombres, Santorum mantiene una ventaja de 10 puntos, mientras que Romney le gana a éste entre las mujeres republicanas, con 9 puntos. De obtener la nominación, el enorme reto para Santorum sería convencer al voto femenino de que tendría voluntad para atender los asuntos que son importantes para ese segmento.
Pero la victoria para
Romney en Arizona, sigue siendo probable. No lo parece así para Santorum, quien vislumbra que su mensaje ultra
conservador no funcionará muy bien en un estado poco tradicional y religioso.
Uno de los aspectos que
podría lastimar a Romney en la elección de Arizona, es una estrategia discusiva
por parte de Santorum, que explote la vulnerabilidad de un electorado que ha
sido altamente lastimado por la crisis financiera e inmobiliaria, aduciendo los
vínculos del ex gobernador de Massachusetts con el corporativismo y con Wall
Street.
Pero, en Arizona, el
estado que inició la ola antiinmigrante en el país con la ley SB1070, ambos
candidatos también tendrán que posicionar su discurso en materia de inmigración
de una manera mucho más directa. La
oportunidad para hacerlo antes de esa elección primaria, será en el debate a
celebrarse el 22 de febrero.
Si lo hacen, no habrá ‘hilo
negro’ a descubrir. Ambos tratarán de reafirmar sus posturas y revalidar al electorado cautivo que busca
eliminar cualquier forma de legalización para los millones de indocumentados en
el país. A este punto, el electorado latino que defiende una reforma
migratoria, queda fuera de la ecuación republicana.
En estos términos, Santorum
ha enfocado su energía y recursos en Michigan, donde los indicadores predicen
un triunfo, que sería importantísimo en su búsqueda de la nominación
presidencial.
Mientras tanto, Romney continúa
tratando de convencer a sus correligionarios de partido, que es un verdadero conservador, pese a su
historial de apoyo a medidas pro-aborto, métodos de anticoncepción, matrimonio homosexual,
entre otros, que a su vez, le han dado la preferencia entre las mujeres de ese
partido.
Así las cosas, Michigan
será un parte aguas para Romney pues, se va quedando atrás
en ese estado y la historia
nos indica que, ningún aspirante presidencial que haya perdido su estado de origen en las elecciones primarias, ha llegado a ganar la nominación de su partido.
Esa será pues, una prueba de fuego más para Romney que
para ningún otro aspirante.
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