De entre todo lo sucedido en los límites del territorio mexicano durante 2010, resulta un verdadero reto vislumbrar cual fue ‘la nota del año’. En retrospectiva, muchos son los sucesos que conmocionaron a la opinión pública y pese a lo dantesco del panorama nacional, aun no se ha perdido la capacidad de asombro, ni la esperanza.
El plagio de El Jefe Diego fue una de esas noticias que nos dejó boquiabiertos, pero también lo fue su reciente liberación rodeada por un halo de misterio y de diversas hipótesis sobre este secuestro de alto impacto. ¿Será acaso el caso Paulette, o el caso Cabañas? Tal vez la nota sea la ola de asesinatos masivos de jóvenes en el norte del país a manos de sicarios, o posiblemente la masacre en Tamaulipas de más de 70 indocumentados centro y sudamericanos que atravesaban por México en busca del perpetuo sueño americano.
También hay que considerar que, en un mundo en que la difusión de datos es imparable, el concepto de lo que es ‘noticia’ se ha ido diluyendo. Especialmente cuando reconocemos su capacidad multiplicadora por la inmediatez de su transmisión gracias a la tecnología y sus redes de distribución. Y es precisamente ese acceso indiscriminado a la información el que nos coloca ante el riesgo de la ‘saturación’ informática provocando frecuentemente que la ‘noticia’ se pierda o se confunda en un mar de información. Es entonces que regresamos al dilema de discernir ¿cuál fue la nota del año?
Como sabemos, el 2010 estuvo marcado por una violencia creciente principalmente generada por la actividad criminal de los cárteles de la droga y su disputa por rutas y territorios; y agravada por el combate del gobierno contra dichos grupos.
Pero, ¿cuál es la noticia? ¿La captura de ‘La Barbie’, la muerte de ‘El Barbas’, el uso de carros-bomba como nueva estrategia de terror de los capos? ¿Será acaso el hecho de que tan solo entre enero y noviembre fueron cometidos 12,456 homicidios en el país? ¿O que precisamente en 2010 se rebasaron las 30,000 muertes producto de la guerra declarada al narco en 2006 por el presidente Calderón?
¿Será la elección de Carlos Slim como el multimillonario número uno del mundo, según la lista de Forbes? ¿Será que Slim desbancó al propio Bill Gates? ¿Será en cambio, la inclusión por varios años consecutivos del narcotraficante mexicano Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán en esa misma lista?
¿Qué decir de los festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana? Y la mención no es necesariamente por el lucimiento y la algarabía que provocaron, sino por el suntuoso gasto que significaron en un país donde la miseria persiste notablemente.
Tal vez la nota del año debería ser la falacia y montaje del rescate de los cuatro periodistas secuestrados, los millones de empleos no creados, la seguridad no lograda, la deshonestidad de los servidores públicos, el largo brazo de la justicia que cada vez se hace más corto.
¿Será acaso la boda de Enrique Peña Nieto con La Gaviota? Bueno, esto último es, obviamente, una broma. Siempre habrá información amarillista o sucesos irrelevantes o inesperados en la vida de famosos y figuras públicas; pero la información es ‘noticia’ en la medida en que atañe, incide o afecta nuestras vidas. Entre más grande sea el grupo al que impacte, más importancia cobra la noticia y tanto en el argot periodístico como en la opinión pública esa información gana entonces la categoría de ser ‘la nota’.
Seguramente, ahora quedan fuera muchos sucesos importantes transcurridos en la vida nacional durante 2010 y por lo mismo, la elección de la ‘nota del año’, es suya.
Con este breve recuento y sencilla reflexión, va el deseo de que el 2011 sea mejor en todos los ámbitos, en todos los sentidos, y que ‘la nota’ del año próximo sea alentadora. Algo para celebrar.