Friday, December 31, 2010

La nota del año


Vox Populi │ Columna
  Por Aurelia Fierros


De entre todo lo sucedido en los límites del territorio mexicano durante 2010, resulta un verdadero reto vislumbrar cual fue ‘la nota del año’.  En retrospectiva, muchos son los sucesos que conmocionaron a la opinión pública y pese a lo dantesco del panorama nacional, aun no se ha perdido la capacidad de asombro, ni la esperanza.

El plagio de El Jefe Diego fue una de esas noticias que nos dejó boquiabiertos, pero también lo fue su reciente liberación rodeada por un halo de misterio y de diversas hipótesis sobre este secuestro de alto impacto. ¿Será acaso el caso Paulette, o el caso Cabañas?  Tal vez la nota sea la ola de asesinatos masivos de jóvenes en el norte del país a manos de sicarios, o posiblemente la masacre en Tamaulipas de más de 70 indocumentados centro y sudamericanos que atravesaban por México en busca del perpetuo sueño americano. 

También hay que considerar que, en un mundo en que la difusión de datos es imparable, el concepto de lo que es ‘noticia’ se ha ido diluyendo. Especialmente cuando reconocemos su capacidad multiplicadora por la inmediatez de su transmisión gracias a la tecnología y sus redes de distribución.  Y es precisamente ese acceso indiscriminado a la información el que nos coloca ante el riesgo de la ‘saturación’ informática provocando frecuentemente que la ‘noticia’ se pierda o se confunda en un mar de información.  Es entonces que regresamos al dilema de discernir ¿cuál fue la nota del año?

Como sabemos, el 2010 estuvo marcado por una violencia creciente principalmente generada por la actividad criminal de los cárteles de la droga y su disputa por rutas y territorios; y agravada por el combate del gobierno contra dichos grupos.

Pero, ¿cuál es la noticia? ¿La captura de ‘La Barbie’, la muerte de ‘El Barbas’, el uso de carros-bomba como nueva estrategia de terror de los capos? ¿Será acaso el hecho de que tan solo entre enero y noviembre fueron cometidos 12,456 homicidios en el país? ¿O que precisamente en 2010 se rebasaron las 30,000 muertes producto de la guerra declarada al narco en 2006 por el presidente Calderón?  

¿Será la elección de Carlos Slim como el multimillonario número uno del mundo, según la lista de Forbes? ¿Será que Slim desbancó al propio Bill Gates? ¿Será en cambio, la inclusión por varios años consecutivos del narcotraficante mexicano Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán en esa misma lista?

¿Qué decir de los festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana? Y la mención no es necesariamente por el lucimiento y la algarabía que provocaron, sino por el suntuoso gasto que significaron en un país donde la miseria persiste notablemente.

Tal vez la nota del año debería ser la falacia y montaje del rescate de los cuatro periodistas secuestrados, los millones de empleos no creados, la seguridad no lograda, la deshonestidad de los servidores públicos, el largo brazo de la justicia que cada vez se hace más corto.

¿Será acaso la boda de Enrique Peña Nieto con La Gaviota?  Bueno, esto último es, obviamente, una broma.  Siempre habrá información amarillista o sucesos irrelevantes o inesperados en la vida de famosos y figuras públicas; pero la información es ‘noticia’ en la medida en que atañe, incide o afecta nuestras vidas. Entre más grande sea el grupo al que impacte, más importancia cobra la noticia y tanto en el argot periodístico como en la opinión pública esa información gana  entonces la categoría de ser ‘la nota’.

Seguramente, ahora quedan fuera muchos sucesos importantes transcurridos en la vida nacional durante 2010 y por lo mismo, la elección de la ‘nota del año’, es suya.

Con este breve recuento y sencilla reflexión, va el deseo de que el 2011 sea mejor en todos los ámbitos, en todos los sentidos, y que ‘la nota’ del año próximo sea alentadora.  Algo para celebrar.

Thursday, December 30, 2010

Las curules del 2011


El Congreso estadounidense que se inaugura en enero promete dos cosas: fuertes altercados en la discusión de la política tanto interna como externa, y poca cooperación bipartidista.

Con una Cámara de Representantes dominada por el poder republicano, se anticipa que éste llevará a sus delegados de ‘línea dura’ y mayormente conservadores al liderazgo de las comisiones y subcomisiones relacionadas a las  áreas de ‘fuego cruzado’ en el debate nacional.


El Congreso número 111 de mayoría demócrata cerró con el año y se lleva consigo algunos logros sobre una serie de medidas defendidas durante el periodo de sesiones posterior a las elecciones (conocido como ‘pato cojo’  o ‘lame-duck’ por encontrarse en periodo de transición y tener poca influencia política), incluyendo una importante iniciativa de ley sobre seguridad alimentaria, un enorme recorte de impuestos y una extensión de los beneficios de desempleo; la derogación del ‘No Preguntes No Digas” que afecta la participación de homosexuales y lesbianas en el ejército, la ratificación del nuevo tratado START con Rusia, y la aprobación de prestaciones médicas para los trabajadores rescatistas del 9/11.  Entre las iniciativas que quedaron en el tintero aparecen la reforma migratoria y el Acta de los Sueños (Dream Act), las que por cierto, ya se amenaza con sepultar indefinidamente.

Pero si hablamos de las tres grandes áreas legislativas en la agenda de la administración Obama, éstas se pueden resumir al estimulo económico, la reforma de salud y la regulación financiera. Esta triada de proyectos que provocaron tanta controversia, ha tenido y tendrá efectos a un largo plazo en la economía nacional.  

Y como todo tiene un costo político, tanto la legislatura que terminó como la administración Obama fueron enfrentadas por una feroz crítica.  El electorado evaluó al Congreso con la calificación más baja en la historia de las encuestas públicas y castigó con una ‘paliza’ al partido demócrata en las elecciones intermedias de noviembre. Por si ello fuera poco, el presidente Obama ha sido señalado por no saber identificar las prioridades nacionales, acusado de extremismo ideológico, de orquestar una intervención gubernamental sin precedentes en la economía y de deficiencias en la estrategia y tácticas legislativas.  Tanto el ejecutivo como el Partido Demócrata fueron fustigados por su presunta ‘falta de carácter’ frente a intereses privilegiados y por una sensibilidad muy pobre de cara a las prioridades y preocupaciones de la compleja sociedad estadounidense.

Así las cosas, en la Legislatura 111 se dio un período de polarización partidista que resultó en la percepción pública de un Congreso y un sistema político incapaces de resolver las prioridades nacionales. En consecuencia, se develó una nueva imagen del hombre que durante su campaña presidencial sorprendió por su elocuencia retórica y que, ya como presidente, no ha sido capaz de convencer en los hechos.


La postura republicana se puede resumir en tres axiomas: Gobierno pequeño.  Impuestos bajos.  Seguridad nacional.  De cara al 2011, el pronóstico es que la nueva mayoría republicana en la Cámara Baja y la disminución de las filas demócratas en el Senado dará la combinación exacta para permitir que la Centésimo Doceava Legislatura desacredite, retrase, debilite o incluso logre  anular muchas de las iniciativas propulsadas por la agenda de Obama, incluyendo la reforma de  salud y la regulación financiera que ya son el distintivo de su gestión.

Pero como en un partido de baseball, en política siempre puede haber sorpresas. El asunto es si el presidente Obama logrará diseñar y ejecutar en menos de dos años, una estrategia para la recuperación económica y fiscal -lo que le abriría la posibilidad de un segundo mandato; y si los republicanos podrán plantear iniciativas congruentes a la realidad estadounidense, rebasando los limites que les impone la defensa a ultranza de sus convicciones doctrinarias.

Desafortunadamente, los pronósticos basados en los recientes pronunciamientos y el desempeño camaral de republicanos y demócratas, son poco alentadores. Todo indica a que el Congreso servirá más como anfiteatro para una coreografía de desacuerdos rumbo a las elecciones de 2012, que para implementar nuevas legislaciones que beneficien a la ciudadanía. Claro, de darse un escenario tan conflictivo, surge la expectativa verosímil, de que durante los próximos dos años se emitan resoluciones propulsadas por un presidente que eche mano de sus facultades ejecutivas para destrabar las áreas cruciales de su agenda y de su mandato. Ese escenario que evoca al  autoritarismo gubernamental, es siempre indeseable pero a fin de cuentas, una realidad potencial, si Obama se ve acorralado. 

El 2011 en el Congreso puede ser todo, menos impredecible. La naturaleza de la política si lo es. Ahí están los posibles escenarios extremos.

Con todo lo que ello implica.